La palabra “adviento” viene del latín adventus, que quiere decir “venida” y se asocia con las cuatro semanas de preparación para la Navidad. El adviento siempre incluye cuatro domingos y empieza desde el domingo más cercano a la fiesta de San Andrés Apóstol (30 de noviembre) y continúa hasta el 24 de diciembre.
En 2023, el Adviento comienza el 3 de diciembre y termina el 24 de Diciembre (Nochebuena), cuando comienza la Misa de Navidad. El Día de Navidad es el 25 de diciembre.
El Catecismo de la Iglesia Católica, en su número 524, nos dice:
Al celebrar anualmente la liturgia de Adviento, la Iglesia actualiza esta espera del Mesías: participando en la larga preparación de la primera venida del Salvador, los fieles renuevan el ardiente deseo de su segunda Venida (cf. Ap 22, 17). Celebrando la natividad y el martirio del Precursor, la Iglesia se une al deseo de éste: «Es preciso que él crezca y que yo disminuya».
Es un tiempo de preparación para celebrar la Encarnación del Hijo de Dios en Navidad. Así como cada año la Navidad parece empezar con más anticipación en lo comercial, los fieles deben tratar de preparar el corazón para acercarse más al Señor. La Madre Angélica, fundadora de EWTN, dijo una vez:
No dejemos que se nos pase este tiempo sin dar espacio en nuestros corazones a una profunda espiritualidad que nos permita meditar. Meditar el misterio de cómo y por qué este Dios omnipotente, antes quien los ángeles tiemblan, haya descendido y haya vivido nueve meses en el vientre de la mujer más pura y santa de todos los tiempos, pasado y futuro. Él estuvo confinado en un vientre con esa Inteligencia Infinita, ese Poder Infinito y ese Poder del Espíritu Santo.
En primer lugar, es bueno destinar más tiempo a rezar, puede ser los Misterios gozosos del Rosario, la Corona franciscana y la Novena de Navidad (ver más abajo); todas devociones que nos ayudan a pensar en el misterio de la venida del Señor al mundo.
También es importante leer las Sagradas Escrituras, especialmente los relatos de la infancia de Jesús en Mateo y Lucas. El Catecismo de la Iglesia Católica, en los capítulos 2 y 3 de la segunda parte del Credo, expresan la fe de la Iglesia en la Encarnación y la Natividad del Señor.
Por último, para preparar verdaderamente el corazón, es importante hacer una Confesión al menos una vez durante este tiempo; y quizás ir a Misa durante los días de semana y hacer adoración eucarística cuando sea posible.
El Adviento es una pequeña Cuaresma: comienza recordando que Cristo vendrá como Juez al final de los tiempos; es un tiempo para pensar en la santidad con la que debemos prepararnos para recibir al Señor. Por eso, aunque no es estrictamente un tiempo de penitencia, los fieles deben volver a poner la mirada en Jesús mediante la oración, la limosna y el sacrificio.
En la última parte del Adviento, esperamos con alegría su Primera Venida, en Belén. Una buena forma de hacerlo es meditar las antífonas de Adviento que se usan en la Misa, porque cada una evoca un título mesiánico de Cristo del Antiguo Testamento.
El Adviento tiene muchos símbolos: el calendario, la corona con velas, el árbol de Jesé, el pesebre (sin el Niño Jesús hasta la Navidad). Cada uno de estos símbolos puede convertirse en una tradición familiar y un excelente medio para enseñar a los hijos a preparar el corazón para el Nacimiento de Jesús.
El año litúrgico utiliza diferentes colores para los distintos tiempos litúrgicos. La instrucción Redemptionis Sacramentum (121) expresa: «La diversidad de los colores en las vestiduras sagradas tiene como fin expresar con más eficacia, aun exteriormente, tanto las características de los misterios de la fe que se celebran como el sentido progresivo de la vida cristiana a lo largo del año litúrgico».
El violeta o morado, símbolo de sufrimiento y penitencia, es, por tanto, el color litúrgico tanto de Adviento como de Cuaresma.
Las velas señalan las cuatro semanas de Adviento. El primer domingo de Adviento se enciende una vela violeta; el segundo domingo se enciende una segunda vela violeta. El tercer domingo, se enciende una vela rosa, y el cuarto domingo, la última vela, violeta. Estos colores coinciden con los colores de las vestimentas de cada una de esas semanas: violeta, penitencia; rosa, alegría.
La Corona de Adviento nos recuerda el tiempo antes de Jesús, cuando el mundo vivía una oscuridad espiritual. Durante Adviento, recordamos los días del Antiguo Testamento, mientras anticipamos con ansias el Nacimiento de Jesús en Navidad.
Primera semana: : Una vela violeta.
Segunda semana: Adicionalmente a la vela encendida la primera semana, se enciende otra vela violeta.
Tercera semana: Se encienden las dos velas de las semanas anteriores y la vela rosada.
Cuarta semana: Se encienden las cuatro velas.
Los Misterios gozosos del Rosario pueden ayudarnos a poner la atención en la Encarnación de Jesús. También suele rezarse la Novena de Navidad durante todo el Adviento.
¿Cuál es el significado del Tercer Domingo o Domenica Gaudete?
La palabra latina gaudete (alégrate) es la primera palabra de la antífona de entrada de la Misa del tercer domingo de Adviento. Nos llama a alegrarnos porque se acerca la venida del Señor. Ese día, el sacerdote se reviste con vestimentas rosadas en lugar de moradas.
Esta novena es una oración especial para los últimos nueve días de Adviento, desde el 16 de diciembre hasta Nochebuena. Ayuda a preparar el corazón para la Natividad del Señor. La oración es la siguiente:
Bendita y alabada sea la hora y el momento
en que el Hijo de Dios nació
de María la Virgen Purísima,
a medianoche, en Belén,
en el frío penetrante.
En esa hora, dígnate, ¡Oh Dios mío!
escuchar mi plegaria y conceder mis deseos
(mencionar la intención),
por los méritos de Nuestro Salvador Jesucristo,
y por su bendita Madre. Amén.